jueves, 15 de marzo de 2012

Desenrejando el Color


Si para ser artista hay que pasar gran parte de la vida en otro mundo, ése es mi caso. Como si fuera poco los mundos fueron varios y que nadie piense que ésto es una metáfora, nada de ese, para llegar a hoy transité por varios extra-mundos pero también, como premio y lo que no es poco, alcancé a degustar la utopía.

El mundo que todos conocemos me recibió un primero de noviembre del cincuenta y dos, en la ciudad de Punta Alta, Provincia de Buenos Aires, Argentina. No llegué como cualquier animal, no, era un dragón y por mi manera de resistir a abandonar el mundo mágico usaron el fórceps.

Como mi madre era docente yo fui precoz y el primer día de escuela, cuando todos los niños lloran, yo nada.

Ya en aquel entonces varias disciplinas me convocaban al protagonismo, .
los exámenes de piano, folklore o recitado en los actos patrios y un primer premio en el concurso de dibujo en la escuela en el día del maestro a mis nueve. Si hubiera reparado en que éste premio era una señal, mi vida hubiera seguido otra ruta.

Dibujar era natural y familiar estimulada por mi padre que definitivamente me sedujo con su caligrafía gótica y sus bellas rosas rojas en lápices de colores para la portada de mi primer cuaderno.
Una prueba de que mi atención sobre las cosas no era la de una niña ordinaria es que a los seis se me cae mi hermana recién nacida al suelo que por suerte a esa edad no queda tan lejos. Hay además un hecho que debería investigarse en función de hacer de cualquier niño un artista; a los cinco ingreso a la escuela sabiendo leer y escribir y sospecho que por no tener nada que aprender en el aula como sustituto del aprendizaje desarrollo la escolarmente llamada distracción al precio, debo aclarar, que su exceso me volvió completamente incapaz por algún tiempo de comprender alguna cosa que saliera de los libros y así gasté y perdí la memoria y en aquel entonces playa, salidas, bailes y lo peor de todo contactos con el sexo opuesto mientras mis envidiadas amigas desarrollaban sus habilidades para saber cómo llegar a ellos.
En cuanto a mis estudios fueron sin tropiezos por mi esmero en el recitado nocturno a mi ángel de la guarda sumado a un estricto cumplimiento de mis promesas arrollidada hasta la virgen de Pompeya. Para ese entonces y para satisfacción de las aspiraciones modernas de mi madre, mi padre, infante de la Marina de Guerra, obtiene su traslado a la ciudad de Mar del Plata.
El primer día de clase de mi quinto grado, cuando era de esperar que ningún niño llore, volví a dar la nota. Incomprendida por mis padres desde el nacimiento de mi hermana y despojada de lo único que se supone que una niña debe apreciar, sus amigas, no lo resistí y rompí a llorar.
Se ve que a la nueva maestra no le interesaba quedar bien conmigo porque hizo público mi estado a toda la clase. Ahí comenzó mi miedo escénico.

Dicen que así son los artistas, sufridos, aunque quien sabe si los artistas son artistas por las cosas que le pasan o las cosas que le pasan le sirven de motivo para armar una escena.
La maestra de la que hablaba siguió perturbándome porque su alumno preferido era el propio hijo, un bochorno envidiable que traía a mi memoria la desgracia de haber sido la alumna de mi madre y demás está decir que nunca me convenció de que hacía muy bien en tratarme como la peor de todas. La cosa es que comencé a perder fuerzas y sucedía peor si me cortaban el cabello porque la maestra enseguida lo notaba. Es el día de hoy que me resisto a la peluquería.
A no ser por unos dibujos de diferentes especies de árboles jamás hubiera podido sorprenderla; fue un alivio.

Intento continuar mis estudios de piano con una señora que en la cocina de su casa también enseñaba dibujo y pintura. El testigo de mis confusiones de sala aún luce junto a dos paisajes pintados por mi tía Cacha, hermana de mi padre, en el pasillo de la casa paterna y en cuanto a mi nueva profesora no supo adaptarse al estilo de aprendizaje con el que yo interpretaba el Himno Nacional y ya había obtenido el título de teoría y solfeo. Por ello o porque la capacidad de mi memoria para ésta disciplina se había agotado, abandoné piano y sin motivo alguno también dibujo y pintura.
La Escuela de Cerámica de la ciudad de Mar del Plata tampoco llenó quién sabe cuáles expectativas.

El fórceps que me trajo al mundo tiene que haber dejado su impronta.
Aún me asombran algunas normalidades de mi conducta como se da el caso de haber hecho tantas amigas; extrañamente, recordando con ellas viejas épocas ninguna se había percatado de mi timidez y lo más fue que la mejor alumna del grado me creía inteligente.

No sé porqué a pesar de la creencia de apegar la vida de un artista a lo tortuoso muchos quieren ser artistas pero también tuve momentos tortuosos; antes y después de mis 19; un año revolucionario; en su transcurso no solo me embaracé dos veces y me casé entre actos, también abandoné la idea de Dios y coincidentemente con ello se me hizo otra luz; de pronto comprendí porqué me había resistido a mirar éste mundo con buenos ojos. Por ello y como si fuera poco, también me encarcelan.

Mi apatía por el estudio había cedido frente a unas bien incorporadas aspiraciones de status y ascenso social, cosas que se sabe, nunca estuvieron claras para los artistas y allí estaba la Facultad de Arquitectura y Urbanismo para planear y dibujar.
Sucedió en sus aulas que nuestra plena adolescencia despierta y precisamente por ello es salvajemente ultrajada con el asesinato de nuestra querida Silvia Filler en nuestras manos.

Cualquiera puede adivinar que por entonces empecé a soñar otro mundo.
No todos los sueños son para cumplir, pero éste sí lo era.
Para desgracia de todos así no fue.
Por la incondicionalidad o la buena voluntad de mi ángel de la guarda a mi solo me tocará la cárcel.
Solo tuve un breve descanso posterior a la amnistía del 73, lo necesario para parir a mi hija y embarazarme de mi hijo biológicamente forzado a acompañarme en lo que será un segundo encierro que durará demasiado.

Lo bello no es nada obvio, mal que le pese a las modas de mercado, ni qué decir en el peor de los mundos posibles, pero es necesario encontrarlo para que la vida valga la pena y Nosotras lo encontramos.
Sucedió en la carcel de Villa Devoto.
En la más oscura de las sombras se hizo la luz; mujeres que no sabían escribir, escribieron, mujeres que no sabían cantar, cantaron.
Se vio nacer y florecer disciplinas y dotes artísticas desconocidas hasta el momento y a las conocidas mutar de formas; y lo mejor, se descubrió que las personas que encuentran lo bello se vuelven bellas para siempre.
Definitivamente las escuelas deberían enseñar a encontrar lo bello allí donde no se nota.

Y sí, esa era la famosa utopía. Se ve que con buenas intenciones y la cabeza fresca la gente hace la sociedad que quiere y como de memoriosa solo tengo el espíritu, festejo que ésta historia singular tenga 484 páginas impresas en el libro Nosotras presas políticas.

No sería feliz si mi conciencia no transcurriera en alguna penumbra temporal, hábito que sobrellevo sin culpas obligada como estoy por mi propia hija a repasar la historia; por ello o porque el tiempo es algo muy personal, mi correo carcelario, como si fuera poco, no está fechado.
Tardé veinte años y fue gracias al Nosotras, que un día desempolvé todo lo que mi madre había conservado con su fervoroso y hoy agradecido, antes cruelmente cuestionado, por indiscriminado, sentido de la propiedad privada.
Cada año, miles y miles de tarjetas con los colores que a la censura le gustaba, pasaban a las manos de nuestros familiares y amigos y al circuito de los Derechos Humanos por el mundo.
A escondidas de mis guardianes y con las huellas de mis dedos borradas, embadurnadas de betunes y tintes caseros hice mi primer Autorretrato, pinté mis primeros lienzos restados a las sábanas y dibujé a Sofías y a Sofito, simpático personaje de historieta didáctica para niños con textos de una entrañable compañera de risa encendida. En 1980, apurada por Nelfa, y ayudada del espejo dibujo un autorretrato sugiriendo en el cabello, la silueta de América Latina sobre un trozo de lienzo robado a una sábana con la inscripción "1980: Desaparecidos. No olvidar es asegurar el futuro". Las cordobezas recuerdan que se reían porque América era colorada y de rulos. El lienzo sale de la cárcel simulando ser un forro de uno de los bolsos artesanales que tejíamos para las visitas. Como dijo alguien, el autorretrato dio la vuelta al mundo, como logotipo de la Federación Latinoamericana de familiares de detendidos - desparecidos por razones políticas. Con otro lienzo me reencontré en la Muestra que Familiares de detenidos-desaparecidos montó en el Centro Cultural Recoleta en el 2006. Por Internet siguen llegando imágenes que permanen atesoradas en manos de diferentes compañeras. En el 2008 la pantera desenvolvía con mucho cuidado otro lienzo que traía desde Suecia con imágenes de caballos muy encabritados y de mi período cubista expresando a los presentes, su compromiso de regresarlo a la Institución que muy amorosamente la había ayudado en su exilio.

En junio de 1982 aparece por fin mi nombre en una lista oportuna de la Dictadura para la bienvenida del Papa a la Argentina y como regalo de cumpleaños de mi hija, vuelvo al mundo donde salvo la muerte uno decide como entrar o salir.

Sabía que éste texto me iba a dar que hablar y al fin será mi tributo a las artes visuales o a qué se yo qué destreza o ente inmaterial que me sirve de sostén hasta cuando necesito materializarlo. Recién salida de la cárcel, sorteando con la ayuda de los amigos, los problemas del autodidacta, sigo dibujando dedicada a la gráfica durante algunos años junto a mi entonces marido.

Como los sueños siguen atormentándome estudio Psicología más una maestría en Ciencias Sociales con una tesis sobre el dilema de la justicia en el capitalismo que tal cual la profecía de mi hijo no salvará al mundo.

Siempre supe y me encanta que así sea, que si pienso algo no verdadero que quiero que ocurra después ocurre pero para que mi pensamiento mágico no inquiete a mi reflexibidad racionalizadora iba a "desenrejar" el color. La relación incómoda con la plástica llegaría a su fin pero mi sobrada experiencia de autodidacta inhibía la ocurrencia de búsqueda de un maestro y por siempre el mismo defecto no busqué un analista y porque yo puedo sola pero no me hago cargo encontré a mi amiga la artista plástica y docente de Artes Visuales Claudia Julio con quien alguna vez, pero no seriamente, proyectamos trabajar en su taller. En el 2002 me atrevo a experimentar con los pinceles.


El color de mis emociones

Hay gente que puede tolerar lo intolerable así como así.
Yo no.

Pinto lo que no me deja en paz, lo que amo y no dejo que se vaya, lo que tengo que asimilar y no puedo

No sé cómo seguirá mi obra pero sé cómo quiero que siga mi vida, será metida en mi cultura, debajo de mucho cielo y con mis amores, atenta a los pesares y desencuentros de mi maltratado territorio. Mis nuevos mitos, malestares y utopías traerán las siguientes formas y colores.
Lo espero agradecida.

Encuentro de Mujeres Muralistas
















 Día Internacional de la Mujer
Arte Público en Plaza San Martín
Mar del Plata. Bs. As. Argentina




jueves, 16 de febrero de 2012

viernes, 6 de mayo de 2011

Jardín de Infantes Nº 942 Juana Azurduy






Unas jornadas maravillosas con los niños, padres y docentes del Jardín. Fuimos convocados por su directora Viviana Galli a propósito del bautismo del Jardín con el nombre de Juana Azurduy. 17 y 18 de junio de 2010. Mar del Plata